El directivo del Barça que levanta ampollas en la junta de Bartomeu (“Quiere ser el presidente”)

Los miembros de la directiva están cada vez más distanciados entre ellos

División interna en la junta directiva del FC Barcelona. Los resquemores entre la veintena de ejecutivos reunidos alrededor de Josep María Bartomeu van a más.

Uno de los más señalados por el global de compañeros de junta y ejecutivos es Manel Arroyo. El vicepresidente responsable de marketing y comunicación no tiene amigos en la directiva.

Arroyo quedó muy debilitado de cara a la opinión pública tras renegociar el acuerdo de patrocinio con Qatar Airways, que terminó fatal. Desde entonces, ha limitado sus apariciones públicas.

El gran miedo del vicepresidente es que sus actuaciones en el Barça le afecten de forma negativa en su verdadero negocio: Dorna.

Y aunque desde la organizadora del Mundial de Motociclismo aseguran que “Arroyo se desvive por el Barça y casi le dedica más tiempo al club que a Dorna”, no todos piensan igual.

En el club hay muchas voces que señalan el “afán de protagonismo” de Arroyo. Dan a entender que se metió en el club para ganar nombre porque en Dorna siempre estuvo a la sombra de Carmelo Ezpeleta, verdadero artífice del business.

La marcha de Faus abrió la veda

Los conflictos con Arroyo en el Barça surgieron a raíz de la salida de Javier Faus, entonces vicepresidente económico de la entidad.

Aunque ese cargo recayó en Susana Monje –que posteriormente también saltó del barco–, Arroyo dio un paso al frente para ocuparse de negociar los acuerdos de patrocinio.

Ello llevó al traste el acuerdo que Faus había cerrado con Qatar Airways antes de salir del club en 2015 y terminó con la aparición salvadora de Gerard Piqué, que acercó posturas con Rakuten.

Pese a esa mala experiencia, Arroyo se esforzó por blindar el club. Limitó completamente a los directivos y también a los ejecutivos, que se sentían totalmente atados de manos y pies.

Esa intransigente política comunicativa desembocó en tensiones tanto con los miembros de la junta como con el entonces director general, Nacho Mestre, que finalmente dejó el club.

Los enemigos de Manel Arroyo

Aunque Mestre tuvo que dejar el Barça por motivos familiares delicados, es sabido que Arroyo le dificultó mucho su capacidad de mando para relevar a Antonio Rossich. También Albert Soler tuvo sus más y sus menos con el vicepresidente.

Algunos años después de estos episodios, las tensiones todavía no se han disipado del todo. Y muchos miembros de la junta se sienten aislados. Cada vez con menos peso en el organigrama.

Jordi Moix, por ejemplo, fue nombrado comisionado de un Espai Barça que actualmente está totalmente olvidado. El dinero del club se destina a pagar fichajes como Coutinho y Dembelé.

Otros miembros de la junta deslizan que “Arroyo ha querido ganar peso en el club porque aspira a ser el próximo presidente”.

Manel Arroyo en la sala de prensa del Camp Nou | Germán Parga - FCB

De hecho, todo el mundo coincide en que con el único con quién Arroyo parece tener sintonía es con el presidente Josep María Bartomeu. Sin embargo, Barto siempre ha pensado en Cardoner para ser su heredero.

Cardoner y Arroyo, debilitados

El problema que se avecina es que Cardoner tiene demasiados frentes abiertos para asumir ese papel. Los rivales electorales lo desmontarían rápido.

Y algunos de ellos ya se están moviendo en la sombra. Trabajan con tiempo sus candidaturas para aprovechar la marcha forzada de Bartomeu el próximo 2021.

Esos varios presidenciables tienen algo a su favor: en la propia junta no hay nadie realmente preparado para asumir el testigo de Bartomeu.

Y se demuestra cuando hablan sobre Manel Arroyo como posible candidato: “No puede presentarse. No sabe de qué va esto. Es muy flojo. No se entera”. 

Otros miembros simplemente argumentan que no lo ven en un cargo de más responsabilidad porque «no le haría ilusión«, lo que viene a reforzar la teoría de que está en el club más por reputación que por amor al Barça