La polémica de la final de la Supercopa de España

El Real Madrid se alzó con la Supercopa en un duelo en el que ambos tuvieron quejas

Athletic Club - Real Madrid
Athletic Club - Real Madrid

El Real Madrid se alzó con su duodécima Supercopa de España sobre el terreno de juego del King Fahd Stadium. Se impuso por dos goles a cero al Athletic Club en un partido menos igualado de lo que se esperaba, en el cual la tónica dominante fue el control total del balón de los blancos durante la mayor parte del encuentro.

No obstante, y a pesar de que los de Carlo Ancelotti dominaron el choque prácticamente de principio y a fin, el envite no estuvo exento de polémica. Tal es así, que el choque terminó con dos penaltis señalados y una expulsión. Y en todos los casos, por jugadas en las que intervinieron las manos de distintos futbolistas.

La primera polémica, a los diez minutos

La primera polémica llegó poco después de cumplirse los diez minutos iniciales de juego. Tras una serie de regates, Iñaki Williams se presentó en el área merengue y encaró a David Alaba. Intento buscar las cosquillas a Thibaut Courtois con un disparo cruzado que el austriaco se lanzó al suelo para taponar.

El esférico golpeó en la mano del zaguero de forma muy clara. Sin embargo, con el reglamento en la mano, cualquier mano que se produzca por estar apoyada sobre el césped, no es sancionable. Y así lo considero el colegiado César Soto Grado, que ni siquiera acudió al VAR para chequear la jugada.

Esta correcta aplicación del reglamento no convenció a todos, ya que una vez terminado el encuentro, Oihan Sancet puso en su cuenta de Twitter dos imágenes de la jugada de la discordia, poniendo de manifiesto su desacuerdo con la decisión del equipo arbitral.

La mano de Yeray, motivo de la discordia

El resto de la primera parte transcurrió sin ninguna otra polémica. Lo más destacable fue el gol de Luka Modrić, que se acabó alzando con el premio de mejor jugador del torneo. Pero nada más arrancar la segunda mitad, llegó una jugada que marcaría el devenir del partido. No habían transcurrido ni cinco minutos del segundo acto cuando Benzema buscó un golpeo a puerta desde la frontal.

En esta ocasión fue Yeray quien intentó bloquear el disparo del galo, pero el balón le golpeó en el brazo también de forma muy obvia. La diferencia respecto a la jugada de la primera mitad es que, en esta ocasión, el brazo del zaguero vasco no solo se encontraba separado del cuerpo, sino que ocupaba un espacio entre el balón y la meta rojiblanca.

Y a pesar de que en primera instancia el colegiado riojano no señaló pena máxima, desde el VAR le instaron a visualizar el lance, y terminó por señalar penalti. Fue el propio Benzema el encargado de transformar la pena máxima, con un golpeo ajustado que se coló por el palo derecho de Unai Simón.

Fede Valverde.

A partir del gol, el partido se convirtió prácticamente en un monólogo de los blancos. Las ofensivas del Athletic intentaban recortar distancias, pero apenas inquietaban al guardameta belga.

La expulsión de Militão, el colofón

Sin embargo, a escasos minutos de cumplirse la hora, en uno de los balones aéreos con el que los rojiblancos intentaban derribar el muro merengue, un remate de Raúl García se encontró con la mano de Éder Militão, en una acción muy parecida a la del penalti señalado contra el conjunto vasco.

Nadie en el conjunto blanco protestó la decisión del colegiado de señalar la pena máxima, pero sí la decisión de expulsar al central brasileño con una roja directa. El árbitro consideró que el zaguero no tenía posibilidad de jugar la pelota, pero los jugadores blancos sobre el verde recalcaban al colegiado que el carioca había saltado con intención de despejar la pelota, y no de detener el balón de forma voluntaria.

Thibaut Courtois.

Sin embargo, la jugada no fue mucho más allá, ya que Raúl García, en el intento de recortar distancias, se encontró con un Thibaut Courtois que sigue de dulce, y consiguió dejar su portería a cero en la final.

Un clásico del fútbol español que se decantó del lado blanco, con mucho fútbol, mucha intensidad… pero más polémica de la esperada.