El lado más oscuro de Messi en el Barça («Este no se va»)

El astro argentino maneja a los responsables del club como si fuesen marionetas

Leo Messi es el mejor futbolista del mundo. El más grande de todos los tiempos. Verle jugar es una delicia para cualquiera. Incluso, para sus más feroces enemigos.

El futbolista argentino, rodeado de una familia muy patriarcal que siempre le ha dicho lo que tenía que hacer y cómo hacerlo, no es todo bondad. Tiene un lado oscuro.

Los años que lleva en el Barça, junto a la glorias y éxitos que ha logrado, le hacen estar un peldaño por encima del resto. Se ha acostumbrado a mandar. A tener el poder.

Y una vez alguien se acostumbra al poder, es muy difícil quitárselo. Es por ello que de cara a la confección de la plantilla del próximo año, su opinión será como un veredicto.

Messi no tiene una especial sintonía con Luis Enrique. Se tragan porque no les ha quedado más remedio, pero la relación es forzada. Lucho se tiene que morder la lengua y el astro argentino empieza a estar cansado de los métodos y experimentos del asturiano.

Aún no se sabe si Lucho seguirá o no, pero en cualquier caso, lo que diga Messi será clave para el diseño del próximo Barça. El crack está obsesionado con encontrar a un nuevo centrocampista que haga de Xavi o Iniesta.

Todo por Mascherano

Mientras tanto, lo que también tiene muy claro es quién no debe salir. Ya transigió el curso pasado con la marcha de Dani Alves, jugador al que defendió públicamente un año antes.

En esta ocasión, el jugador señalado también es de su clan: Javier Mascherano. Siempre que ha sonado para salir, Messi ha dado un golpe sobre la mesa por él.

Y no se detiene ahí. Incluso en las conversaciones para renovar a Messi ha aparecido el nombre de El Jefecito. Cree que el Barça no se puede permitir perderlo y así de contundente lo manifestó en una reunión con miembros de la cúpula: «Este no se va«.

El problema para el club es que la nómina de salarios sube y sube. Y jugadores que van perdiendo peso cobran más al tiempo que los jóvenes que empiezan a despuntar también exigen mejorías. Pero eso ya no es problema de Messi.