24 horas de tensión en el Real Madrid

Lo que pasó en el club blanco entre las 20:30 horas del domingo y las 20:30 horas del lunes culmina con el despido oficial de Benítez, relevado por Zidane

El domingo a las 20:30 horas arrancaba el partido decisivo. La hora del juicio final. El Real Madrid visitaba el difícil Mestalla con el objetivo de ganar para, así, mantener con vida a su entrenador, Rafa Benítez. El equipo blanco hizo méritos para obtener la victoria y se avanzó en dos ocasiones –por mediación de Benzema, primero, y de Bale, después–, pero los goles de Parejo y Alcácer nivelaron el resultado. Empate a dos y reparto de puntos.

Las próximas horas entraban en plena fase de efervescencia. Florentino Pérez, tal y como anticipó este diario, tenía decidido desde hace días el final de Benítez. Simplemente le faltaba encontrar el momento exacto para sentenciarlo. Faltaba la gota que colmase el vaso y esa gota iba a ser cualquier no victoria del equipo blanco. Mestalla era el escenario marcado en el calendario.

Las decisiones de Benítez, previas y durante el encuentro, tampoco ayudaron. El técnico madrileño dejó fuera del once inicial a Isco y James, dos piezas clave del equipo, devotos de la afición blanca. No jugaron ni un solo minuto. Posteriormente, en el minuto 67, llegó la hora de sustituir a Benzema, el que hasta ese momento estaba siendo el mejor futbolista del Madrid. Florentino torcía el gesto desde el palco. Menos le gustó, todavía, que Benítez vendiese el empate como una victoria, apelando al buen partido y al esfuerzo de sus jugadores. Craso error.

Zidane, el elegido, acude con su familia

Florentino siempre lo ha remarcado, especialmente en la intimidad. Lo importante no es jugar bien con el Madrid, sino ganar con el Madrid. También lo decía José Mourinho –»bonito, bonito, bonito no es entrenar al Madrid, bonito, bonito, bonito es ganar con el Madrid»–. La victoria es siempre lo más importante. Y el que no gana en el Madrid, se va. Les ocurrió al propio Mourinho y a Carlo Ancelotti. Por tanto, el empate en Valencia precipitó los acontecimientos.

Horas frenéticas de tensión, de llamadas –también a jugadores–, de planes, de cómo configurar un despido cantado y presentar un sustituto amable a ojos de la afición –al que muchos medios de comunicación ya se habían encargado de vender en las últimas semanas para mejorar la opinión pública, escéptica, no con el personaje, sino con su escasa experiencia en los banquillos–, que solo podía ser Zinedine Zidane. La otra opción, descartada, era José Mourinho.

«Para ti, la palabra imposible no existe»

El lunes por la mañana se acabó con el secreto a voces, se aceleró el lavado de imagen y se organizó la rueda de prensa, a la que no faltaron los familiares de Zidane. Las decisiones fueron comunicadas al mediodía, en el mismo Santiago Bernabéu. Benítez era efectivamente despedido. Se convocaba reunión de junta directiva a las 19:00 horas –no para votar, sino para oficializar– y, casi una hora más tarde, arrancaba una escueta rueda de prensa del presidente.

24 horas después del inicio del fatídico partido de Mestalla –con el punto cruel que significó el regreso de Benítez a su otra casa, donde le dedicaron palabras de agradecimiento–, el técnico ya había sido fulminado, su sustituto presentado y el presidente nuevamente focalizado por los medios. Sin aceptar preguntas. Sin alargarse. El Madrid necesitaba un nuevo impulso y el presidente se lo dio. «Para ti, la palabra imposible no existe», le dijo Floro a Zizou.