“Puñetazos, patadas y gritos”. La pelea de Sergio Ramos (o la última en el Real Madrid)

El capitán merengue estalla tras el empate en Villarreal

El Real Madrid tiró por los suelos la ilusión generada tras la victoria en el Mundial de Clubes disputado en Abu Dhabi a finales de diciembre.

Los blancos fueron los amos de la competición. Mostraron una superioridad absoluta sobre sus rivales y demostraron que son capaces de lo mejor. Pero como venían haciendo antes del Mundialito, dejaron claro que también son capaces de lo peor.

En la primera parte dejaron buenas sensaciones. Santi Cazorla hizo pensar en lo peor cuando inauguró el marcador en el minuto 4. Pero el Real ya le había dado la vuelta al marcador tan solo 20 minutos después. El partido parecía más que controlado.

Santi Cazorla Villarreal

El mismo Madrid de siempre

Sin embargo, en la segunda parte la imagen del equipo se dio la vuelta como un calcetín. Los de Santiago Solari estaban sin ideas, ofreciendo un juego de lo más mediocre y cediendo cada vez más espacio al equipo rival.

Y como era de esperar, los campeones del mundo lo acabaron pagando caro. Cazorla a nueve de culminar el tiempo reglamentario bajó al Madrid a la realidad que está viviendo este curso.

El ex internacional español anotó el empate definitivo, arañó un punto para el Villarreal y dejó retratado al conjunto merengue. Y así, otro partido que se le iba de las manos al Madrid. La temporada tan solo está en su ecuador y en la capital ya han dicho prácticamente adiós a la Liga. Ya están a siete puntos del líder, el Barça siguen cuartos, y solo están dos por encima del quinto clasificado, el Alavés.

Los nervios invaden el vestuario del Real Madrid

Una situación que tiene nerviosos a varios integrantes de la plantilla. Sobre todo a los pesos más pesados como Sergio Ramos. Y es que la paciencia del de Camas está muy cerca de agotarse.

Cuentan desde el entorno del vestuario que el capitán no esconde su malestar y que al término del partido se escucharon “puñetazos, patadas y gritos”. Y es que la rabia empieza a rebosar en el central sevillano. El pánico a terminar una temporada en blanco es cada vez mayor.

Y es que Ramos pretende que estos gestos sirvan como arenga al equipo. Sin embargo, visto lo visto, de momento no están consiguiendo ningún resultado.