Florentino Pérez hace aguas en el mercado de fichajes

El presidente del Real Madrid no consigue los objetivos marcados, colecciona calabazas

De un tiempo a esta parte, Florentino Pérez ha pasado de ser el gran depredador del mercado de fichajes al rey de las calabazas. Hubo un tiempo en que nadie osaba decir que no al presidente del Real Madrid, quien campaba a sus anchas por el fútbol internacional seduciendo a cualquier estrella galáctica que se interpusiese en su camino al éxito. Los tiempos han cambiado y Florentino va camino de convertirse en el mayor coleccionista de calabazas de los últimos tiempos.

En los últimos cuatro veranos ha fracasado. Varias han sido las operaciones galácticas planeadas por el dirigente blanco. Y, ciertamente, muchos han sido los galácticos que han terminado vistiendo la camiseta blanca. Pero, curiosamente, ninguno de los principales elegidos lo ha hecho.

Verano de 2013: media Europa posa sus ojos en el delantero brasileño de moda. El jugador del Santos, Neymar da Silva, es la pieza más codiciada del mercado. El Real Madrid va al abordaje pero el Barça, con un acuerdo firmado previamente, se acaba llevando el gato al agua. Florentino no digiere la derrota y afirma que la operación le salía por 150 millones de euros para verter la sombra de la sospecha sobre el club azulgrana, que solamente invirtió 57,1 millones. Y como es mejor el remedio que la enfermedad, Florentino capeó el golpe con el fichaje de Gareth Bale por 101 ‘kilos’.

Verano de 2014: un nuevo jugador está de moda. Es un goleador implacable, un futbolista de gran carácter, el killer de las áreas de Europa. Le llaman el Pistolero, aunque su verdadero nombre es Luis Suárez. El Madrid lleva meses tras sus pasos, sin saber que el corazón del charrúa latía de color azulgrana. En junio, Luis Enrique llega al banquillo azulgrana y pide a Zubizarreta que haga un esfuerzo. Suárez se olvida de un plumazo del Madrid y acepta la oferta del Barça, que termina pagando 83 millones de euros por el delantero. Florentino lo compensa con el fichaje de James Rodríguez, un joven todavía por pulir que le costó 80 millones de euros.

Verano de 2015: año de pocos fichajes tanto en el Madrid como en el Barça. Esta vez, la carta secreta de Florentino se esconde en la Premier League y el club azulgrana no está interesado. Un peso menos. Se trata del portero español David de Gea, escogido como el mejor jugador del Manchester United a lo largo de una pobre temporada. Florentino apura hasta el último día de mercado para hacerse con sus servicios. Alcanza un acuerdo con el club inglés. Ya está todo listo. Pero, entonces, algo falla. Es el fax. No llega a tiempo. Pasa el plazo del mercado de fichajes y De Gea se tiene que quedar en Inglaterra. Fracaso estrepitoso del Real Madrid.

Verano de 2016: el hombre de moda tiene nombre propio y el Barça, asfixiado económicamente, no es rival para la nueva temporada. Los clubes de la Premier, en cambio, se han vuelto más poderosos. El deseado se llama Paul Pogba, es el centrocampista de moda por sus recursos físicos y técnicos, sus capacidades defensivas y ofensivas. El Madrid lo quiere. Zidane lo quiere. Y trata de seducirlo por teléfono. Pero hay uno más espabilado: José Mourinho. El técnico portugués se camela al agente, Mino Raiola, y logra convencer a Pogba con un sueldo astronómico. El Manchester United termina ingresando 110 millones de euros a la Juventus.

Florentino se tira de los pelos. Solo le quedan tres opciones para dar un golpe de efecto este verano: David Álaba (el favorito), Eden Hazard (el deseado por Zidane en detrimento de James) y Marco Verratti (el tapado, que cada vez está más difícil). Tiene 20 días para conseguirlo.