Un miembro de la Generalitat pidió a Bartomeu que boicotease la final de Copa

La decisión del juez permitiendo finalmente las esteladas en el Calderón libra al Barça de un buen lío

La final de la Copa del Rey puso en un brete a Josep Maria Bartomeu. En el momento en que la delegada del Gobierno de Madrid, Concepción Dancausa, decidió prohibir las banderas independentistas en la final del Vicente Calderón, se incrementó exponencialmente la presión política del tema. La toma de posiciones del Govern de la Generalitat, por parte de prácticamente todos los partidos, de las entidades soberanistas e incluso de algunas peñas culés hizo incrementar la preocupación en los despachos nobles del club blaugrana.

Fuentes cercanas a la cúpula del Barça admiten a GOL que desde algunas instancias gubernamentales catalanas hubo comunicación con Bartomeu para tomar una determinación conjunta ante la prohibición. El mensaje era que se había producido un ataque a Cataluña y que había que dar una contestación «a la altura de las circunstancias». Se niegan, sin embargo, a identificar a la persona del Govern que llamó al mandatario blaugrana, aunque subrayan que era «un dirigente cualificado».

«Pero el presidente estaba con las manos atadas. Por un lado, tenía la obligación de no entrar en posicionamientos políticos. Y por eso no podía hacer un frente común con partidos o instituciones como el gobierno catalán, ya que le podrían acusar de extralimitarse en sus funciones y utilizar el Barça de manera partidista», explican estas fuentes. El tema alcanza también una nueva dimensión ante las elecciones del próximo mes de junio: estamos en plena precampaña electoral y cualquier eventualidad se magnifica en términos políticos.

Los planes de Bartomeu

En la dirección blaugrana se sopesó muy seriamente la posibilidad de dar plantón y de que Bartomeu no acudiese a la final. Pero eso podía ser peligroso porque «sería entrar en el debate político». Los asesores del máximo directivo culé le aconsejaron que su ausencia no sólo sería vista como una utilización política del club, sino que sería un despecho al propio Rey, que preside la final.

Ante esa eventualidad, Bartomeu tenía su plan B: asistir a la final, pero no sentarse en el palco, sino en las gradas. Sin embargo, aunque menos drástica que la ausencia, esa medida también sería vista como un posicionamiento político, lo que dejaba a Bartomeu entre la espada y la pared. Según las fuentes consultadas, el presidente culé habría asistido, muy posiblemente, por «respeto institucional» y por «responsabilidad», y con casi total seguridad se hubiera tenido que sentar al lado del Rey Felipe durante el partido.

La decisión del juez de levantar el veto de Dancausa y permitir el acceso de las esteladas al recinto terminó con el terrible problema que tenía Bartomeu encima de la mesa.