«Si Luis Enrique llega a dimitir antes, el PSG no mete ni uno». Cuatro jugadores del Barça tiran de la manta en una cena en Barcelona

Los pesos pesados del club azulgrana se conjuran en una noche de confesiones inconfesables

Las cosas han cambiado mucho en can Barça. Un club ciclotímico, en el que se pasa de la depresión de caballo a la euforia más absoluta en cuestión de horas. Fútbol es fútbol, y nadie podrá cambiarlo. En menos de un mes, el vuelco es absoluto. 

Las caras más largas se apoderaron de jugadores, cuerpo técnico, directiva y afición el pasado 14 de febrero, día de los enamorados. Aquella noche, el todopoderoso Barça fue bailado y humillado por el París Saint-Germain con un contundente 4-0

Tres semanas después, la historia es bien distinta. En Barcelona vuelve a reinar un prudente sentimiento de euforia. De «sí, se puede, aunque será muy difícil», como puede leerse en las redes sociales. Entre medias han pasado muchas cosas y un total de cuatro partidos. 

Contra el Leganés (2-1), los de Luis Enrique demostraron estar sumidos en una profunda depresión. Tras una semana de descanso, cambiaron la cara en el Calderón. Un mal partido que, igualmente, sirvió para obtener la victoria contra el Atlético (1-2).

Luego llegó el trámite del Sporting. Goleada (6-1) y bombazo: Lucho anuncia que no renovará como entrenador del equipo. Y con esta inyección de oxígeno, una nueva goleada al Celta (5-0) mucho más significativa. El Barça da síntomas de rehabilitación, de haber superado el bache justo a tiempo. 

Mensajes que dan en el clavo

En las redes sociales lo celebran. «La remontada es posible», «Som-hi! (vamos!)» o «Passarem (pasaremos!)» son algunos de los mensajes más repetidos. También hay otros con más mala baba: «Si Luis Enrique llega a dimitir antes, el PSG no mete ni uno«. 

Esta frase, extraída de las redes sociales, plasma perfectamente el sentir de una parte importante del vestuario azulgrana. Muchos jugadores estaban quemados. No era un tema personal, simplemente cansancio de una forma de hacer, de un carácter. Algunos pesos pesados pedían el cambio de entrenador a gritos y Lucho no solo ha oído la llamada. También ha obedecido. 

La crispación de la plantilla se plasmó seriamente aquél 14 de febrero en París. Sergio Busquets habló claro ante los medios al término del partido. Se vieron sorprendidos por el planteamiento del Paris Saint Germain. La preparación del equipo no había sido la correcta. Con otras palabras, Andrés Iniesta también lo reconoció en la zona mixta.

Dentro del vestuario fueron Leo Messi y Gerard Piqué los que llevaron la voz cantante. Estallaron, amparados en la opinión de otros cracks como Rakitic, Luis Suárez o Neymar. No entendieron ninguna de las decisiones del míster. Ni antes ni durante el partido.

El problema viene de lejos

En los primeros minutos ya se vio que las decisiones no son correctas desde hace mucho tiempo. La elección de Marc-André ter Stegen por encima de Claudio Bravo se sigue poniendo en duda. 

La defensa sigue siendo un coladero. Sergi Roberto no es lateral. Puede ir bien para tapar agujeros pero no para un partido de octavos de la Champions League. A Samuel Umtiti le pudo la presión, y Piqué no puede llegar a todo. Los fichajes en defensa, con el cuestionado Lucas Digne, siguen siendo una asignatura pendiente.

Busquets e Iniesta volvían de sendas lesiones, a André Gomes le va grande el centro del campo y el que más en forma está de la medular, Rakitic, empezó desde el banquillo. El medio se había convertido en el gran problema del equipo. 

Los pesos pesados se plantan

Los jugadores no podían más con Luis Enrique y no querían seguir con él en el banquillo. Así lo pactaron en la cena del cumpleaños de Neymar algunos de los pesos pesados del grupo.

Busquets, Iniesta, Piqué y Messi decidieron que si ocurría algo como lo de París tirarían de la manta. Todos juntos. Y así ha sido. La decisión de Lucho no se ha hecho esperar. Y la reacción del equipo tampoco. 

La humillación de París fue la gota que colmó el vaso. Pero hasta que no hay un duro batacazo no se toman decisiones. Los jugadores lo saben. Una vez tomadas las decisiones, ha regresado el mejor Barça. Por eso toma peso la frase de las redes sociales: «Si Luis Enrique llega a dimitir antes, el PSG no mete ni uno». ¿Arte de magia?