«O se va o lo echan», el vestuario del Barça dicta sentencia

La previa del clásico se pone demasiado tensa en el Camp Nou

El clásico está a la vuelta de la esquina y la tensión se palpa en el ambiente que se cuece en los aledaños del Camp Nou. Dentro y fuera del vestuario.

Los periodistas andan nerviosos por la rueda de prensa previa al choque, donde esperan encontrar al Luis Enrique más hostil. «Preguntarle es un mal trago«, asegura uno.

«Aún recuerdo lo tranquilo que transcurría todo cuando entrenaba el Tata Martino«, confiesa otra compañera. Nervios a flor de piel.

Sin embargo, Luis Enrique no es el único hostil. Los futbolistas están más exaltados de lo normal. Preocupados porque las cosas no salen.

Incendio en el vestuario

Lo que sí que sale son algunos mensajes desde el vestuario que empiezan a dar miedo y que dan buena cuenta de lo que se viene encima.

«O se va o lo echan«, es el dramático vaticinio de un peso pesado del Barça referente a la figura de Paco Alcácer. Y no se trata de que marque o no marque goles.

«No todo es el gol. Lo que importa son las sensaciones, las ganas… Y lo único que transmite Alcácer es sufrimiento, nerviosismo y falta de hambre«, explican fuentes próximas al vestuario.

Cada vez es más común el comentario de «para gastar 30 ‘kilos’ en Alcácer se podían haber quedado con Sandro o Munir«. Ahora, los dos parecen súper cracks.

Los que se fueron, los que vendrán

Y lo cierto es que lo están haciendo muy bien. Especialmente Sandro, que goza con Juande Ramos de la confianza que no le dio Luis Enrique.

Otro comentario que no para de sonar desde el partido del Hércules es el siguiente: «Hasta Cardona estuvo a punto de marcar y casi no jugó».

El joven canterano tuvo más ocasiones que el ariete valenciano en mucho menos tiempo de juego. La clave con las ganas.

Antes, Piqué

Luis Enrique es el primero que empieza a desconfiar del futbolista, por mucho que lo debe seguir defendiendo públicamente.

El gesto más evidente lo dejó en Anoeta: Alcácer, el supuesto revulsivo azulgrana, no jugó ni un solo minuto contra la Real Sociedad.

Si el entrenador confiase en él lo habría sacado al terreno de juego, en lugar de recurrir a la potencia de Gerard Piqué, como ocurrió especialmente contra el Málaga