Nuevo escándalo con Cristiano Ronaldo en Dortmund

El futbolista portugués tuvo una actitud lamentable dentro y fuera del terreno de juego

Cristiano Ronaldo volvió a mostrar su peor cara en el Signal Iduna Park de Dortmund. El futbolista portugués no cuajó un buen partido contra el Borussia y fue incapaz de evitar el empate del Real Madrid (2-2), atascado contra un equipo que jugó mejor al fútbol. Los alemanes fueron más rápidos y presionaron fuerte la salida de balón blanca. El Madrid, que solo brilló en los primeros compases del partido con largas posesiones, se vino abajo bien pronto. Pero supo aprovechar la alta presión para buscar la espalda de la defensa amarilla. Así llegó el primer gol. Lo hizo Cristiano (’17).

El gol llegó fruto de una buena jugada colectiva en la que Cristiano se limitó a empujar el balón al fondo de las mallas. Sin embargo, fue el afortunado taconazo de Bale el que habilitó al portugués para estrenar el luminoso. En lugar de agradecérselo, Ronaldo volvió a demostrar por qué tiene fama de egoísta. Salió corriendo en dirección contraria, como si todo el mérito de la acción fuese solo suyo, se zafó de Kroos por el camino, que le chocó la mano de milagro, y fue directo al banquillo a abrazarse con sus dos camaradas inseparables: Pepe y Coentrao.

Cristiano lanzaba un nuevo órdago a Zidane, dando apoyo a sus dos amigos sentados en el banquillo y olvidando al resto del equipo. Aprovechó la visita para estrechar la mano también a Zidane. Pero no fue ese gesto afectuoso habitual entre el luso y el francés. En otras ocasiones se habrían abrazado efusivamente. Esta vez no. Cristiano le dio la mano con una mirada altiva, por encima del hombro, como queriendo decir: «¿Ves por qué tengo que jugar siempre?».

Ronaldo no hizo nada más

Lo cierto es que Ronaldo no hizo nada más en todo el partido. El Madrid fue dominado en varios momentos del partido por el Dortmund. Aubameyang, como Dembelé –objetivo del Barça–, fue especialmente peligroso y consiguió aprovechar un doble error de Keylor Navas y Rafa Varane para poner el empate (’43), aunque el tanto contó como gol en propia meta del defensa francés. El Madrid se adelantó nuevamente en el segundo tiempo por mediación del propio Varane (’68), pero Schurrle puso el empate definitivo con un auténtico golazo (’87).  

Al terminar el choque marchó enfadado. Sin dirigirse a sus compañeros, como si ellos tuviesen siempre la culpa de todas las derrotas y empates. Como si él nunca duese culpable de nada. Cristiano quiere estar siempre para lo bueno. Si no, desaparece. Pero antes, se permite el lujo de reprochar errores a sus compañeros, a pesar de no haber rendido. Algunos cracks del equipo están hartos de esta actitud del portugués.