Messi o el mayor escándalo con Dembélé que el Barça no cuenta (y no contará)

El delantero argentino y el follón que ocultan en el Camp Nou

​Leo Messi sabe de buena mano que el ‘caso Ousmane Dembélé’ se le está yendo de las manos al Barça. Y es que el lío que tienen montado en el Camp Nou con el delantero francés no es precisamente ni pequeño ni fácil de resolverse.

Todo lo contrario. Cada vez va a más. De hecho, en el último partido, pese a saber que no pondría contar con el lesionado Philippe Coutinho, Ernesto Valverde dejó en la grada a Dembélé.

Cuentan desde dentro que fue un castigo en toda regla por su polémica gastroenteritis del jueves. Y es que el galo no se presentó al entreno y tuvo al club buscándolo sin acierto durante una hora y media.

Finalmente dio señales de vida desde su casa alegando que tenía fuertes dolores que acabaron, tras una visita de los médicos, diagnosticados con una supuesta gastroenteritis.

El escándalo que el Barça no cuenta

Sin embargo, lo que no cuentan en el Barça, ni contarán, es que ya desde el inicio de la historia (o el drama, según se mire) de Dembélé con el club catalán la cosa salió mal. Y es que no son pocos los que siguen preguntándose quién fue el iluminado que decidió que era una buena idea fichar al extremo.

Dembelé  | EFE

Pues bien, hay nombres y apellidos: Robert Fernández. El ya ex secretario técnico blaugrana fue el principal responsable de que el Barça acabara pagando ni más ni menos que 145 millones de euros por el joven delantero (105 fijos+40 en variables).

Si con eso no fuese suficiente viendo el terrible rendimiento del jugador, pero se pone la cosa aún peor cuando muchos recuerdan que ese mismo verano fue Robert el que ni se planteó la idea de ir a por un tal Mohamed Salah.

La Roma (inexplicablemente) se lo sacó de encima, y fue el Liverpool el que por poco más de 40 millones se llevó al que acabaría siendo el MVP de la Premier League la temporada siguiente.

Do operaciones que, con el tiempo, han dejado en evidencia al Barça y a Robert Fernández. Y ojo que cuando este verano se marche (que se marchará a no ser que la situación de un giro radical), la cifra de la venta puede ser escandalosa.

Eso sí, la afición ya está tan dispuesta a perderlo de vista que incluso lo regalarían. Y el vestuario, dicho sea de paso, también.