Messi: «Es el peor entrenador que he tenido»

El astro argentino carga duramente contra uno de los técnicos que ha tenido en el Barça

Debutó con Frank Rijkaard, se consagró con Pep Guardiola, disfrutó con Tito Vilanova (su entrenador en etapa cadete), se aburrió con Gerardo Martino y sacó las malas pulgas con Luis Enrique Martínez. La sintonía entre Leo Messi y el técnico asturiano normalmente ha brillado por su ausencia. Aunque se reconciliaron aparentemente con la conquista del triplete el año pasado, la relación parece haberse deteriorado nuevamente, lo que ha sacado a la luz una nueva versión del Messi más desmotivado. 

«Este es el peor entrenador que he tenido», confesó recientemente Messi en referencia a Luis Enrique, según una información de Pipi Estrada en El Chiringuito de Jugones. Lo dijo en un entorno íntimo, junto a amigos de su más estrecha confianza, en una comida celebrada en el restaurante Casa Pepe, situado en la zona alta de Barcelona. El delantero más glorioso de la historia del Barça sigue sin conectar con el técnico. Estrada no ha confesado quienes son sus fuentes pero ha querido remarcar que no es Pepe Costa, amigo suyo y persona de máxima confianza de Messi, además de enlace entre el vestuario y el club. 

En los últimos partidos, Messi ha corrido menos. No ha disfrutado sobre el campo. Ha sufrido horrores para marcar goles. Seis partidos le ha costado anotar el tanto número 500, cifra histórica que tristemente llegó con una derrota del equipo ante el Valencia en el Camp Nou (1-2). Y no es una derrota cualquiera, sino una especialmente dolorosa: deja al Barça sin margen de maniobra en la Liga a falta de cinco jornadas. 

La maldición de Anoeta

El pinchazo contra el Valencia, y ya van cuatro derrotas en los últimos cinco partidos, también ha resucitado la versión más hostil y maleducada de Luis Enrique con la prensa. Una cara, la del técnico asturiano, que explicaría el malestar de algunos jugadores del equipo en caso de que se confirme que ese mismo carácter arrogante también sale a pasear en los entrenamientos del equipo.

Los jugadores, normalmente caracterizados por tener un fuerte ego, no llevan bien que otros quieran tener más razón que ellos y les impongan lo que tienen que hacer. Y más cuando consideran que el entrenador no está suficientemente preparado o que está tomando decisiones erróneas en algunas alineaciones, como podría ser la del retorno a Anoeta. Lucho se permitió frivolizar y bromear sobre aquel partido, que desató la crisis institucional que estuvo a punto de costarle el cargo en enero de 2015, y nuevamente se pegó un porrazo.