«Luis Enrique es el peor entrenador que he tenido en mi carrera»

Los dedos señalan al entrenador del Barça

Nuevo lío. Las críticas internas vuelven con más fuerza que nunca. La amplia mayoría de la casesta apunta a Luis Enrique, a la manga ancha con algunos jugadores, a las alineaciones y a la falta alternativas ante las adversidades. 

La afirmación: «Luis Enrique es el peor entrenador que he tenido en mi carrera», pronunciado por un peso pesado tras la crisis de Anoeta que supuso el inicio del exitoso 2015-16, regresa en una versión renovada.

En aquella ocasión, según publicó Vozpópuli, algunos futbolistas se sentían señalados (Piqué, Mathieu), descartados (Montoya) e indignados (Messi).

Tras la crisis, pactaron y ganaron el triplete. Ahora vuelven a olerse los mismos síntomas. Y algunos pesos pesados sueltan la lengua alertados por las decisiones del técnico.

Luis Enrique dejó el control del vestuario en manos de la plantilla para evitar incendios (la MSN no se toca). El Barcelona cambió las dinámicas y llegaron los resultados durante dos temporadas en las que el equipo ha estado en manos de la plantilla.

Pero con el nuevo curso, el asturiano está queriendo jugar a hacer/ser entrenador: la plantilla es más amplia y los ‘inventos’ de ‘Lucho’ están liquidando al equipo.

Desde las entrañas del Camp Nou comentan con preocupación que el asturiano se está mostrado incapaz de solucionar situaciones del juego cuando el equipo ha requerido sus intervenciones. Le falla la pizarra. Pero también la capacidad de leer al rival. Y unas alineaciones que levantan ampollas.

Las invenciones de ‘Lucho’ son la comidilla del grupo. Y lo colocan en el punto de mira de los ‘capos’ de la caseta. Los nuevos fichajes están en entredicho.

Jugadores como Messi, Neymar o Suárez son los más críticos con el equipo que el asturinao sobre el césped en algunos partidos que han terminado en debacle. Cada vez son más las voces autorizadas que afirman en corrillos que ‘Lucho’, junto a su ‘amigo’ Robert Fernández, ha cantado en el mercado.

El técnico se muestra incapaz de sacar lo mejor de ellos -la plantilla es amplia, pero los suplentes no mejoran el once, no son la solución y están a años luz del nivel que exige la titularidad en el Barça-. Sólo el coraje, el orgullo y Messi, aseguran desde dentro, mantiene al equipo vivo.