La fiesta que se pegó Piqué con Shakira para celebrar la humillación del Barça al Madrid

El futbolista y la cantante pasaron la noche en el reservado de una famosa discoteca de Barcelona

Vestido a rayas. De blanco y negro, como Dani Alves y su desafortunado disfraz de presidiario en Halloween. En manga corta, para contrastar con la camiseta siempre de manga larga con la que juega los partidos. Dándolo todo. La sonrisa no le cabía en la cara. Y no era para menos. El Barça había humillado, una vez más, al Real Madrid en el Santiago Bernabéu. Y Gerard Piqué, el más señalado por la afición madridista tras el partido, tenía que celebrarlo a lo grande.

No le van las medias tintas. Tras volver de Madrid con el avión del equipo y saborear las primeras conclusiones del cero a cuatro, Piqué agarró a su amada Shakira del brazo –que escogió un vestido completamente negro para la ocasión– y se la llevó de fiesta. Debía ser la una de la mañana cuando llegaron a la discoteca Bling Bling, propiedad del directivo del Barça Javier Bordas.

La ‘manita’

En el palco vip de la sala, uno de los reservados de la zona privada –no era el punto más discreto, pero seguramente porque Piqué no lo quiso, ya que optó por una posición desde donde era muy fácil verlo–, le acompañaban unas 20 personas. Probablemente, varias de seguridad, aunque disimulaban su aspecto. Estaba rodeado de supuestos amigos, pero apenas se relacionó con nadie. Solo tenía ojos para Shakira. Se la comía con la mirada. Y con los labios.

Intercalaban escenas de baile y desenfreno con momentos de tranquilidad en el sofá vip. Miraba el teléfono, pero no perdía detalle de lo que ocurría a su alrededor. Pudo deslizar una sonrisa cómplice a un joven que, mientras bailaba fuera del reservado, le hacía el gesto de la manita. No cayeron cinco, pero todo el mundo sabe que Piqué lo intentó. Que de no ser por Munir, probablemente el central azulgrana habría redondeado la goleada y habría sacado su mano a pasear por el Bernabéu.

Lanzamiento de cubitos

Tan atento estaba a todo que no dudó ni un segundo a la hora de liberar su instinto más travieso. Al detectar un flash en su dirección, localizó al objetivo y contraatacó con el lanzamiento de cubitos de hielo. Varias veces. Y acertó de pleno en la pantalla del móvil del chico trajeado, que solamente se hacía un selfie con una muchacha a la que acababa de conocer. Rápidamente alguien le explicó que Piqué se había pensado que le estaba sacando una foto y le invitaron a llevar más cuidado.

No querían fotos. Ni dar pistas. Pero había muchos ojos atentos. Piqué era el centro de las miradas. La noche lo valía. Por eso no dudó en tomarse algunas copas. Con moderación. Tratando de no llamar en exceso la atención, pero sin esconderse. Concentrado en Shakira. Y sobre las cuatro de la mañana puso el freno. Desapareció sigiloso junto a la madre de sus hijos para cerrar, en casa, un día redondo.