Isco cierra un pacto secreto que humilla a Florentino Pérez (y al Real Madrid)

Un partido más, un banquetazo más. Isco se pasó todo el encuentro del Real Madrid ante el Espanyol en el banquillo. Ni siquiera fue uno de los cambios introducidos por Santiago Solari en la segunda parte.

La guerra abierta entre el míster y el centrocampista español continúa, y nada hace pensar que se vayan a suavizar las posturas. Todo lo contrario. Isco ya se está moviendo a espaldas del club para abandonar la disciplina blanca una vez acabe la que, sin duda alguna, está siendo su peor temporada desde que aterrizó en el Santiago Bernabéu.

El pacto secreto de Isco

El mediapunta sabe de sobras que tiene ofertas encima de la mesa más que suculentas. Entre ellas la de Pepe Guardiola y su Manchester City, que andan como locos por hacerse con sus servicios. No son los únicos.

Eso sí, todos los clubes que van detrás de Alarcón le han dejado una cosa clara: si el jugador quiere seguir manteniendo la ficha (o incluso mejorarla) en su nuevo equipo, su fichaje debe ser de perfil bajo.

De ahí que el pacto secreto al que ha llegado con su representante es que deben acabar saliendo del Bernabéu por menos de 50 millones de euros. Y es que los grandes equipos que suspiran por él saben que el lío es cada vez peor, y quieren que Isco continúe así.

Cuanto más follón haya en el Real, más barata será su salida. De momento cada vez que tiene que dar la cara ante los medios o hacer una declaración, Alarcón se muestra prudente.

Florentino está de los nervios

Algo que pone de los nervios a Florentino Pérez. Y es que el presidente es consciente que el jugador acabará saliendo. No es lo que a él le gustaría, pero la situación se ha vuelto tan insostenible que parece complicado que Isco permanezca un años más en la plantilla.

Sin embargo, una cosa tiene clara Pérez: si se va, lo hará llenando las arcas blancas. Y ahí está el problema. Florentino quiere sacar tajada de su venta mientras Isco quiere forzar la situación para acabar saliendo por un precio ridículo. Será, desde luego, un verano movidito en los despachos del Bernabéu.