Ipurua canonizó a Casillas como ‘Santo’

La primera vez que el Madrid jugó contra la SD Eibar, el guardameta dio un recital de paradas imposibles

Se repitió la historia de dos años antes frente al Bayer Leverkusen. César Sánchez, titular del Real Madrid aquella temporada por decisión de Vicente del Bosque, jugó la final de Glasgow (2-1). En el minuto 68, en un encontronazo con el central brasileño Lúcio, el cacereño se lesionó e Iker Casillas tuvo que ponerse bajo palos. Su trabajo fue decisivo para que los blancos conquistaran la Novena Copa de Europa. Su parada a Berbatov es tan inolvidable como la volea de Zidane. Iker salió bajo palio de Hampden Park. Pero donde se canonizó como Santo fue en 2004 en Ipurua, en octavos de final de la Copa del Rey. Era la primera vez en su historia que el Madrid jugaba un partido oficial contra la Sociedad Deportiva Eibar.

Fue una de las grandes noches de Casillas como madridista. Como en Escocia, en mayo de 2002, no estaba previsto que jugara frente al conjunto armero, pero otra inoportuna lesión de César Sánchez catapultó al de Móstoles a la titularidad. Era miércoles, 7 de enero de 2004. El Real Madrid de los Zidanes y Pavones estaba en manos del portugués Carlos Queiroz, sustituto de Del Bosque pocas horas después de que el equipo blanco conquistara su vigésimo noveno título de Liga. Luis Figo fue quien recomendó su nombre al entonces director deportivo, Jorge Valdano.

Parecidos razonables

La temporada 2003-04, para el Madrid, se pareció mucho a la 2014-15. En marzo de 2004 se torció todo. Perdió la final de Copa frente al Zaragoza (2-3) en el Olímpic de Barcelona –con César Sánchez de portero–; cayó eliminado en la Champions por el AS Mónaco –con un gol de Morientes, cedido en el equipo monegasco y al que el Madrid pagaba una parte importante de la ficha–; y en la Liga acabó cuarto tras encajar cinco derrotas consecutivas en los últimos cinco partidos ante el Barça (1-2), Dépor (2-0), Mallorca (2-3), Murcia (2-1) y Real Sociedad (1-4).

Queiroz viajó a Guipúzcoa sin los galácticos (Zidane, Figo, Ronaldo, Beckham, Raúl) y sin buena parte de los estajanovista del equipo: Iván Helguera, Roberto Carlos, Míchel Salgado… ¡Makelele! Pensó que el Eibar, entonces en Segunda División, sería presa fácil, una perita en dulce, y que con una alineación repleta de canteranos que no recordaría ni el mismísimo Santiago Bernabéu si viviera, sería suficiente para quitarse de encima el engorroso trámite de la Copa. Pero Queiroz se equivocó, y mucho. El roto que pudo haberle hecho el once eibarrés pudo ser histórico.

El paradón a Saizar

El Real Madrid no salió trasquilado de Ipurua gracias a Iker Casillas, convertido por mor de sus vuelos celestiales en un nuevo héroe del santoral futbolístico español. El hoy portero del Oporto metió tres manos inolvidables a remates de Óscar Pérez, Cuevas y Saizar. Sobre todo, la de Gaizka Saizar. Memorable. Muy parecida a las que hizo a Perotti y Manu del Moral en el Sánchez Pizjuán años después. Casillas voló de palo a palo para arrebatarle la pelota de la cabeza al delantero armero. Los blancos abrieron el marcador en el minuto 36 (0-1), en la única jugada peligrosa del Madrid en el primer tiempo. Cuevas empató en el minuto 45 (1-1). El segundo tiempo fue un monólogo de la SD Eibar, que obligó a Casillas a realizar uno de sus partidos históricos.

Este fue el equipo que alineó Carlos Queiroz en Ipurua: Casillas; Olalla, Rubén, Mejía, Paredes; Borja (Raúl Bravo, 86′), Cambiasso (Jordi, 68′), Guti, Solari y Portillo. Arbitró el partido el colegiado cántabro Alfonso Pérez Burrull. Como siempre que el Madrid se queda en blanco, el portugués acabó en la calle. La temporada siguiente (2004-05), hasta tres entrenadores ocuparon el banquillo de Chamartín: José Antonio Camacho, Mariano García Remón y Vanderlei Luxemburgo.

En el partido de vuelta en el Bernabéu, cinco días después, Queiroz se vio obligado a sacar la artillería pesada. Ronaldo, aprovechando un pase magistral de Roberto Carlos, y Figo, de libre directo, sentenciaron la eliminatoria. El Real Madrid y el Eibar no se volverían a encontrar hasta diez años más tarde, ya con la SD Eibar en Primera División.