Florentino medita adelantar las elecciones si el Madrid descarrila

Un fracaso sonado en la Champions aumentaría las posibilidades de que Zidane abandonara el banquillo blanco

El técnico de futuro de Florentino Pérez se llama Zinedine Zidane. Su poder será absoluto, total. Sin posible comparación con cualquier otro antecesor en el cargo. Ni con José Mourinho, el Gengis Kan portugués amo y señor del vestuario blanco en el trienio 2010-2013, hasta que Iker Casillas sembró la semilla del diablo. De él van a depender las altas, pocas, y las bajas, muy pocas, de la plantilla blanca de la temporada 2016-17. Llegarán, sí o sí, un lateral izquierdo y un 5 creativo del estilo de Xabi Alonso y algún otro jugador cedido o con cláusula de repesca, caso del madrileño Álvaro Morata en la Juventus. Aunque también puede quedar todo en aguas de borrajas, si el Real Madrid es atropellado con nocturnidad y alevosía por un camión de mudanzas en la Champions y debe ser ingresado de urgencias en la UVI con respiración asistida. Zizou, en ese caso, probablemente opte por abandonar el banquillo de Chamartín, y Florentino, por adelantar un año las elecciones. El único escenario donde no se contemplaría semejante tragedia sería alcanzando la final de Milán.

Pocas cosas han cambiado con ‘Zizou’

Zidane es consciente del terreno minado por el que camina desde que sustituyó al ultrajado Rafa Benítez, allá por el 4 de enero. Salvo levantar el alicaído estado de ánimo de los jugadores y alguna pequeña variación táctica, el juego, los motivos por los que se caen determinados jugadores de los partidos y los efectivos que utiliza son muy parecidos, cuando no idénticos, a los que empleó en su día el hoy vilipendiado técnico del Newcastle. Contra la Unión Deportiva (1-2), ZZ alineó a Keylor Navas, en la portería; a Pepe y Sergio Ramos, como centrales; en las bandas, a Carvajal y Arbeloa; a Módric, Casemiro e Isco, en la medular; y arriba, a Bale, Cristiano y Lucas Vázquez. El mismo equipo, en líneas generales, que puso Benítez el 12 de septiembre de 2015 (J3) frente al RCD Espanyol (0-6), en CornePrat, con dos únicos cambios: Marcelo, por Arbeloa, y el lesionado Benzema, por Vázquez. Aunque al Madrid de Zidane le cuesta un poco más defenderse que aquel.

Con los mismos partidos en el banquillo (13), el conjunto de Zizou ha encajado seis goles más que el Madrid de Benítez (10/4). Es un equipo, por tanto, con un déficit defensivo sonrojante. Otorga al rival muchas ocasiones. Demasiadas. Pasaba también con Benítez, y si nos remontamos un poco más atrás, con Carlo Ancelotti. Por contra, los blancos forman un equipo con una capacidad enorme de hacer daño y tremendamente efectivo. En el Estadio de Gran Canaria, resolvió con dos testarazos de Ramos y Casemiro. Pero la paupérrima imagen que ofrecieron los blancos en el acto segundo de Las Palmas, y las cinco ocasiones manifiestamente de gol de los giallorossi de Spalletti, en la vuelta de la Champions contra la AS Roma –resueltas con maestría algunas de ellas por el costarricense Navas, el verdadero ídolo de los aficionados madridistas–, no invitan al optimismo precisamente.

Entre el clásico y la Champions

El sorteo de cuartos de final de la Champions League, el próximo viernes en Nyon, Suiza, se nos antoja como una de las citas trascendentes de la temporada para el madridismo, toda vez que el Barça es virtual campeón de Liga, y de la Copa, ni olerla, tras ser descalificados a las primeras de cambio por la alineación indebida de Denís Chéryshev. Una eliminación aparatosa del Real Madrid en cuartos, o semifinales, de Champions, combinado con un castigo excesivo en el clásico del Camp Nou, el próximo 2 de abril, certificaría el fracaso de Zizou como técnico y convertiría Chamartín en algo así como el polvorín de los bóxers de 55 días en Pekín. A la espera de que en una incursión del David Niven de turno o del Charlton Heston del Turia lo hiciera saltar por los aires. Aunque caer en cuartos sería más grave que en semifinales. En el primer caso, al Real Madrid aún le quedarían seis interminables jornadas de Liga y dos encuentros en el Bernabéu, contra el Villarreal, el 19/20 de abril (J34), y el Valencia, el 7/8 de mayo (J37); mientras que en el segundo, dos y uno [ver gráfico].

Sea como fuere, no evitaría la casi segura marcha de Zinedine Zidane. Si el ex jugador francés se fue del Madrid, en 2006, perdonando a la entidad cerca de siete millones de euros, ahora, que cobra 2,5 millones de euros netos por temporada, tampoco le temblaría el pulso para firmar el finiquito a falta de dos ejercicios, si de nuevo tiene el convencimiento de no estar a la altura de las expectativas del club que preside Florentino Pérez. Ya lo dejó entrever el sábado pasado en la conferencia de prensa previa al encuentro contra la UD Las Palmas, cuando le preguntaron qué papel jugaría en el futuro del Madrid. «No te puedo decir nada. No sé si voy a estar yo… cómo voy a saber el papel que voy a tener. Estoy hoy aquí, pero al final de temporada no sé qué va a pasar…», respondió.

La maquinaria electoral a punto

«Zidane no soportará un segundo traspiés tras fracasar con el RM Castilla. Continuó en el Madrid porque quería acabar lo que había empezado. De haber ascendido el filial la temporada pasada, hoy no sería entrenador del Real Madrid. Se habría ido a entrenar a cualquier otro equipo del mundo, ofertas tenía, sobre todo de Francia», asegura una fuente conocedora del entramado madridista. [Zizou tuvo ofertas millonarias de Dubai y del Girondins de Burdeos, de la Ligue 1 francesa] «Florentino, por otro lado, tampoco disponía de mucho margen de maniobra al constatar que el vestuario estaba rebotado y encabronado con Benítez. Aguantó y defendió a Rafa hasta donde fue razonablemente posible. El problema está en el vestuario, en determinados jugadores que no han estado a la altura de la institución que representan», asegura. «Si el Madrid cae eliminado de mala manera en cuartos de la Champions», agrega la misma fuente, «Florentino sopesará seriamente la convocatoria de elecciones. Tiene la maquinaria casi lista para ir a las urnas», enfatiza.

Y, de ser así, volverá a presentarse.