El muerto de Bartomeu en el Barça que huele cada vez peor (y Messi sabe quién es)

El presidente azulgrana se ha metido en un buen lío

Pocas dudas caben. El fichaje del año en el FC Barcelona no es otro que Ernesto Valverde. El técnico extremeño rescató a un equipo que deambulaba perdido a principio de curso y ha logrado obrar auténticos milagros hasta la fecha.

Pero que nadie se engañe. La plantilla del Barça está lejos de ser la mejor del mundo en estos momentos. Leo Messi es quién de verdad marca las diferencias. El resto, le acompañan.

Haciendo de la solvencia defensiva su gran virtud, el Barça ha logrado superar 30 partidos de Liga y otros nueve de Champions sin conocer la derrota. Lo que decíamos: un auténtico milagro.

Sin embargo, la política de fichajes ha resultado ser, otro año más, del todo nefasta: los 300 millones de euros invertidos en Coutinho y Dembelé están del todo injustificados.

Era un reto muy difícil reemplazar a un crack como Neymar. Y, por suerte, no se le ha echado de menos. Pero ni Coutinho ni Dembelé están haciendo mucho por ayudar a olvidarlo.

Ha hecho más Paulinho, pese al bajón que experimenta desde que arrancó 2018, por su constancia y sacrificio durante la primera vuelta, destapando su mejor versión acompañada de goles.

A Coutinho y Dembelé todavía se les espera. Lo del brasileño clama al cielo ya que Jurgen Klopp ha demostrado su inteligencia al cerrar el negocio de su vida.

Coutinho no era el bueno del Liverpool

Ingresó 140 millones de euros –que terminarán siendo 160– por un jugador que se está demostrando completamente prescindible en el Liverpool. El bueno era Salah, y nadie se dio cuenta.

Josep María Bartomeu se debería estar tirando de los pelos al ver que un Liverpool sin Coutinho destroza brutalmente al Manchester City de Pep Guardiola.

En lugar de verse perjudicados por la marcha de su supuesta estrella, los reds parecen verse beneficiados. Están jugando mejor que nunca y ya se ven en semifinales de la Champions.

Pero todavía más grave es el fichaje de Ousmane Dembelé, donde Klopp también tuvo algo que decir. Fue el técnico alemán quién aconsejó al Dortmund resistir porque el Barça pagaría.

Y terminó poniendo una barbaridad sobre la mesa: 105 millones de euros (que terminarán siendo 145). Un cifra desorbitada por un jugador que costó 14 millones un año antes.

Este sistema para enriquecerse es mucho mejor que pedir un préstamo al banco. El Barça mordió el anzuelo y ahora contempla como su gran estrella se queda en el banquillo para que jueguen Sergi Roberto y Nelson Semedo.

Si bien es cierto que el Barça no necesitó más para tumbar a la Roma pese a firmar un partido tirando a malo, lo que ocurre con Dembelé clama al cielo.

Griezmann, el verdugo de Dembelé

En el partido anterior, frente al Sevilla, el extremo galo fue abroncado por varios de sus compañeros. Sufrió correcciones de Jordi Alba, Rakitic o Luis Suárez, entre otros.

Leo Messi tampoco confía en él. Y eso que el argentino ha tenido algún que otro gesto de complicidad con el galo. Tiene talento, pero no sabe dirigirlo.

Perdido dentro del terreno de juego, Dembelé todavía está muy lejos de poder aportar lo que demanda un equipo como el Barça, aspirante a ser el mejor de Europa y el mundo.

Su suplencia en el Camp Nou contra la Roma –no tuvo ni un minuto– es una muestra más del gran error que cometió el club este verano. Normal que el objetivo sea fichar a Griezmann.