El cabreo monumental de Mascherano tras el Barça-Atlético de Champions

La línea defensiva azulgrana mostró su cara más conflictiva en un partido tenso y sufrido

El FC Barcelona se impuso por la mínima al Atlético en la ida de los cuartos de final de la Champions que se jugó en el Camp Nou (2-1). Los de Luis Enrique salieron al terreno de juego empapados de la caraja que se apoderó del equipo el sábado pasado en el tramo final del clásico frente al Real Madrid y necesitaron una buena reprimenda del técnico asturiano en el descanso para reaccionar. Sin embargo, el más molesto de todos al término del encuentro no era Lucho, sino Javier Mascherano.

El Jefecito se agarró un cabreo descomunal en cuanto el árbitro señaló el final del partido. Mascherano cogió el balón y se encaró con el colegiado a distancia para, acto seguido, lanzarle la pelota de malas maneras y enfilar el camino rumbo a los vestuarios. Era tal el mosqueo del central argentino que ni siquiera fue a saludar a los jugadores del equipo rival, que, como es habitual, restaron unos segundos en el terreno de juego dando la mano al oponente.

Mascherano se fue directo al vestuario y pegó cuatro buenos berridos. Estaba muy furioso con la actitud del árbitro, que interrumpió el juego en una jugada de ataque del Barça para señalar el final del partido tirando por los aires la última posibilidad que los de azulgrana tenían para marcar el tercer gol, el de la supuesta tranquilidad. No llegó el tanto y Masche descargó toda su ira mientras entraba en el túnel de vestuarios, detrás de Sergi Roberto.

Bronca Alves-Piqué

No fue la única bronca de Mascherano. En el primer tiempo, tras el gol de Fernando Torres que servía para estrenar el luminoso, el Jefecito dio una fuerte reprimenda a Gerard Piqué, que salvo en esa y en otra acción estuvo muy correcto, por descuidar el marcaje del Niño. Piqué se adelantó para hacer una ayuda y Torres aprovechó el espacio para colarse entre Dani Alves y el propio Mascherano, que no pudieron evitar que el delantero colocase el balón entre las piernas de Ter Stegen.

Tras la bronca inicial de Mascherano, hubo una discusión peor. Piqué, abroncado, catapultó su ira hacia Dani Alves y le echó en cara que no le hubiese hecho correctamente la cobertura. Alves le contestó airosamente, visiblemente molesto porque consideraba que no era culpa suya. El lateral brasileño, muy acertado en los centros, fue clave en la victoria azulgrana. Tras una temporada más espesa que la anterior, recuperó su mejor versión contra los de Simeone. Pero a nivel defensivo faltó entendimiento. Jordi Alba, el cuarto defensa de la línea, fue el menos inspirado. Y ya van dos partidos malos. 

Luis Suárez sella la remontada

De botas de Alves nació el gol del empate, obra de Luis Suárez. Fue una jugada que arrancó por la banda de Alves con un centro suyo que remató Alba sin éxito y Suárez, siempre atento, fue capaz de poner el pie y mandar el balón al fondo de las mallas de Oblak. Posteriormente, y durante esa segunda parte tan agresiva que firmaron los azulgrana –con el Camp Nou completamente entregado y exaltado– Alves puso otro centro perfecto en la cabeza del delantero uruguayo, que volvió a perforar la portería rival.