Con la mosca tras la oreja. Leo Messi no ha podido estar del todo tranquilo en su luna de miel. El argentino viajó a Hawai con Antonella Roccuzzo antes de volver a los entrenamientos con el FC Barcelona donde esperaba disfrutar de su nueva situación familiar y después de haber apalabrado su renovación con el club culé para los próximos cuatro años. Pero no ha sido así.
Las informaciones que le han ido llegando al argentino desde la ciudad condal le han dejado muy preocupado.
Promesas incumplidas
Una de las condiciones que puso para renovar con los catalanes fue que le asegurasen un proyecto de garantías a corto/medio/largo plazo. Sin embargo, los días pasan y en los despachos del Camp Nou no avanzan en la confección del nuevo proyecto de Ernesto Valverde.
Los pretendidos van volando. Primero fue Marco Verratti, que de estar atado pasó a pedir disculpas al Paris Saint Germain. Más tarde Dani Ceballos, que prefirió el proyecto del Real Madrid al del Barça. Todo mientras en la secretaría técnica se van quedando sin opciones para reforzar el equipo.
Con todo, Leo no ve claros los movimientos que está realizando el Barça en el mercado, y que haya renovado no significa que vaya a quedarse callado.
Leo mete caña
El astro de Rosario sigue porque siente los colores, pero considera que los responsables no están cumpliendo con su parte del acuerdo. Messi les exigió un proyecto deportivo potente, pero hasta ahora el único refuerzo ha sido el de Gerard Deulofeu. Un jugador al que, por cierto, el ’10’ culé tampoco tiene en alta estima.
Y es que el delantero opina que Valverde, como entrenador, no convence a los cracks internacionales, y los buenos no quieren jugar en un Barça que no tiene en las negociaciones su punto fuerte.
El argentino se reincorpora en los próximos días a los entrenamientos del conjunto catalán. Para entonces, Leo espera que el de Deulofeu no sea la única incorporación del equipo para la próxima temporada. Y no sirve la de Paulinho.
