Messi no traga más: lía la de Dios en el Roma-Barça (y también hay para Valverde; y Bartomeu)

El astro argentino explota en la vergüenza más sonada del club en la última década

Escandaloso. Catastrófico. Vergonzoso.

El FC Barcelona cayó en los cuartos de final de la Champions League. Por tercer año consecutivo dice adiós a Europa antes de hora. En esta ocasión contra pronóstico, en uno de los ridículos más grandes de la historia.

La Roma tumbó al Barça (3-0). El conjunto italiano se llevó por delante a uno de los supuestos mejores equipos del mundo pese al 4-1 encajado en la ida. Sonrojante. Esperpéntico. Horrososo.

Los de Ernesto Valverde –que apostó por el mismo planteamiento que en la ida– regalaron otra actuación para el olvido a sus aficionados. Pocas ocasiones del Barça, y muy malas. 

El Coliseo vibró. Los hinchas del Olímpico de Roma creyeron más que nunca en el milagro que predicaba el entrenador, Eusebio di Francesco, en la previa del choque. Y lo tuvieron. 

Edin Dzeko desmembró la defensa del Barça. Destapó las vergüenzas de Samuel Umtiti y Gerard Piqué, mal de forma y de mentalidad. Ni Ter Stegen pudo salvar al Barça.

El gran delantero bosnio (mide 1,93 metros de estatura) marcó el primer gol a los cinco minutos de partido y provocó el penalti que originó el gol de De Rossi en la segunda (’58).

Los italianos estaban a solo un gol de eliminar al Barça, incapaz de chutar entre los tres palos. Ni siquiera el enorme cabreo de Messi al descanso sirvió para cambiar la nefasta actitud del equipo.

El astro argentino estaba especialmente cabreado con Umtiti, futbolista que en los últimos días está más pendiente de su futuro que de rendir con el Barça.

El central francés cantó con Jordi Alba en la cobertura de Dzeko en el primer gol y también en el penalti, clamoroso de Piqué. Umtiti pudo despejar el balón y no lo hizo.

La peor versión de Umtiti 

Además, el galo estuvo especialmente torpe en la salida de balón. Perdió pelotas que normalmente domina y falló en el posicionamiento táctico. Fue una sombra de su mejor versión. Una broma.

El enfado de Messi se viene cociendo desde hace tiempo. Ya son muchos partidos jugando mal y ganando por pegada, como el Real Madrid de antaño. Mal contra el Chelsea, contra el Sevilla, contra la Roma, contra el Leganés y una vez más contra los romanos.

El genio de Rosario, que por una vez no apareció, cree que las pretensiones, demasiado ambiciosas de Umtiti, le están llevando por el mal camino: se ha endiosado muy pronto.

Nadie esperaba un rendimiento tan eficaz del central en tan poco tiempo. Sin embargo, que ya se atreva a pedir cobrar lo mismo que Gerard Piqué es casi humillante para su compañero en la zaga.

Messi entiende que todos los jugadores quieren cobrar más; él, el primero. Pero esa avaricia no debe afectar al rendimiento del equipo. Lo primero es ganar.

De todos modos, Umtiti no fue el único que cantó. Y es que el planteamiento de Valverde fue demasiado arriesgado: Sergio Busquets jugó infiltrado.

La confianza en el internacional español es ciega, pero esa fractura en la falange de un dedo es muy dolorosa y molesta hasta para Busquets.

Roma Barça

Otra decisión arriesgada fue volver a situar a Sergi Roberto a la altura de Iniesta pero por banda derecha, en una posición de ataque, con Semedo como lateral derecho. Especialmente porque ni Semedo es muy fiable todavía ni Roberto quería arriesgar, apercibido de amonestación como estaba.

El Barça sufrió horrores mientras los aficionados se preguntaban por qué estaba Dembelé en el banquillo. Un jugador que costó 145 millones de euros.

Si bien es cierto que Dembelé pierde muchísimos balones, en un partido dónde era clave marcar un gol, Valverde no supo reaccionar. Tardó una eternidad en mover el banquillo. 

Bartomeu, señalado 

Hasta el punto de que Iniesta fue sustituido en el minuto 80 porque no podía ni con su alma. Y entró André Gomes, sinónimo de malas noticias. Fue entrar y cayó el tercero: Manolas (’82)

Pero la culpa no es solo de los futbolistas. La culpa no es solo de un Valverde que lleva toda la temporada obrando milagros. La culpa es también de Josep María Bartomeu y su directiva.

El presidente azulgrana no ha estado a la altura y ahora paga la mala gestión de la marcha de Neymar. Desembolsando 300 millones de euros en dos jugadores que no marcan la diferencia.

Por tercer año consecutivo el Barça cae en cuartos de la Champions. El club regala la vergüenza más grande que se le recuerda en los últimos años. Una catástrofe histórica